Sunday, January 16, 2005

La ingeniosa hidalguía de Cervantes

16-01-05:

Un domingo, como hoy, comencé a leer el Quijote. Fue en mi casa de la 17. ¿Año 63? ¿64? No alcanzo a precisarlo. Una ráfaga de imágenes extrañas se me impuso de inmediato. Yo no encontraba qué hacer con aquel personaje que me desconcertaba tanto. "Es que no me hallo", pude haber dicho para dar cuenta de cierta desazón. Interrumpí la lectura poco después de los molinos de viento. Pasaron meses. Tres años, quizá. Volví a sus páginas un día y avancé un poco más. Releí. Salté capítulos. Busqué episodios referidos por autores que habían escrito sobre el libro. Y lo seguí leyendo a saltos, hasta que el Quijote, poco a poco, me fue llevando a mi destino: leerlo siempre, no terminarlo nunca, tomarlo como un rompecabezas, abrirlo al azar y consultarlo, hacerle visitas esporádicas, pero siempre con alegría, buscando su gracia infinita, su delicioso humor, su aventura eterna. Cada vez que abro sus páginas regreso a mi casa de la 17 y me tiendo en la perezosa para asombrarme de nuevo con la hidalguía literaria de Cervantes, ingeniosa, única, inmortal.

(Se están cumpliendo hoy cuatrocientos años de la publicación del Quijote)

No comments: