Sunday, March 26, 2006

A la biblioteca la llaman universo

¿Por qué esta manía de convertirlo todo en literatura? ¿Por qué todo lo asocio con algún libro? ¿Por qué no hay topónimo que no me traslade a algún verso o a alguna página o a algún personaje o a algún autor? ¿Por qué este modo de andar por el mundo como si explorara siempre una biblioteca infinita?

Esta tarde Cuchi me dijo en un mensaje de teléfono que estaba almorzando en la laguna de Uchire y yo le respondí de inmediato: “Armas Alfonzo”.

Qué le voy a hacer. Así me tocó.

Habito impunemente en la región más literaria del aire.

Y valga el intertexto.

Thursday, March 16, 2006

Ayala centenario


Francisco Ayala

El escritor cuenta hasta cien, apaga las velas y sigue contando.

Lúcido y amable en la Real Academia, Ayala persiste.

Sunday, March 12, 2006

Jorge Eduardo Eielson


Jorge Eduardo Eielson (1924-2006)

Busco los poemas sobre el cuerpo que Eielson reunió en un libro inolvidable. Quiero leerle uno a mis alumnos para ilustrar unas clases donde el cuerpo y la melancolía se han ido enlazando lenta y misteriosamente. Encuentro en el libro del peruano varios ejemplos, impecables, apropiados. Mientros los copio, una puerta se abre sin fin en la memoria y saltan hacia mí, de no sé dónde, nubes de Magritte, las cuatro estrellas de la Cruz del Sur, pájaros de Braque y una botella de vino, en medio de la lluvia.

P.D: Lo anterior es una nota de mi diario, escrita hace más de tres años. La rescato hoy para despedir al poeta y artista peruano Jorge Eduardo Eielson, fallecido el pasado 8 en Milán. En la anotación me refería al libro Noche oscura del cuerpo.

Thursday, March 02, 2006

Rolando Escardó esta mañana


Rolando Escardó

02-03-06:

Sigo acá. Por la ventana entran los ruidos cotidianos. Son las cinco de la mañana. Un carro lejano, el rodar de un pipote de basura, una puerta, un ladrido distante. Llevo varios años en esto.

Me gustaría pintar con colores de Rothko los sonidos (alguien lo estará haciendo), pero yo no puedo. Me limito a registrar vagamente esas presencias, a tomar un libro en esta semioscuridad, irme hasta la cocina y leer mientras se está haciendo el café. Eso es todo.

Irá aclarando. Irán apareciendo formas y las cosas ocuparán su puesto una vez más.

Leo a Escardó. Busco en el volumen de su Obra Poética los poemas de Las Ráfagas, libro que le presté hace muchos años a una amiga y que debe conservarlo todavía. Leo, pues, Las Ráfagas y encuentro a Escardó más afligido que nunca, pero hay un orgullo de solitario que lo redime.

Leo –y el nombre me lleva a una inmediata asociación- estos versos: “Yo te veo –Ave María-/ en todas esas muertes/ en todas esas vidas/ y el llanto de las horas/ que fluyen en mi corazón”.

La mañana entra con Escardó, intensa. Entra con el mar de La Habana en su bahia, con su mar violeta y sus viejos trovadores tristes.