Tuesday, December 31, 2013

El nuevo año y un joven poeta llamado Virgilio


En su ensayo sobre Virgilio y el mundo cristiano, Eliot comienza refiriéndose a la Égloga cuarta y a las diversas interpretaciones que la misma ha suscitado. Después de enumerar varias de esas conjeturas (incluida la que hace de Virgilio un profeta pagano del nacimiento de Jesús), le dedica un párrafo a la inspiración poética. Eliot estima que allí está lo que nunca podrán alcanzar los intérpretes. Estos llegarán a conocer la mentalidad romana de la época y lo que Virgilio creía estar escribiendo, pero existe algo en el fenómeno de la inspiración que escapa a los propios poetas. Pasado el momento de la creación, ya no hay manera de entender del todo lo que salió de la pluma. Los eruditos dirán su misa, alguna mejor que otra, pero el significado de la profecía virgiliana seguirá inasible.


Considera Eliot que a Virgilio, conscientemente, sólo le interesaban los asuntos domésticos y la política romana. Por eso, tal vez, lo habría dejado perplejo el destino que tuvo su Égloga cuarta entre los lectores: que si el niño al que en ella se refiere era el retoño de Antonio y Cleopatra, que si se trataba de una velada alusión a Octavio, que si tenía que ver con la doctrina pitagórica, que si estaba haciendo imitación del estilo oracular de los sibilinos, que si anunciaba la llegada del Mesías… En fin, una larga cadena exegética que terminó interesándole a Eliot para destacar la temprana aceptación de Virgilio por parte del cristianismo. La adhesión a una lectura literal de la profecía de la Égloga, lo permitió. Y es aquí donde el ensayo de Eliot arriba a su centro: Virgilio como enlace del antiguo mundo con el nuevo. La dignidad, la razón y el orden del autor de las Geórgicas sirviendo de cauce para un cambio de época. Por ahí discurre Eliot. Hoy subrayé una frase que en una lectura anterior se me escapó: 

“En la poesía de Virgilio la civilización romana se vuelve mejor de lo que realmente era”.
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Para el quinto día después de Navidad, este fragmento de un joven llamado Virgilio (Borges dixit):

La Última edad, que anunció la Sibila,
héla llegada:
ya de raíz nace nueva
una grande rueda de siglos.
Vuelve la Virgen ya,
a reinar ya vuelve Saturno…

El tendrá de los dioses la vida,
y verá entre los dioses
los semidioses mezclados,
y a él han ellos de verlo;
ya apaciguado el confín regirá 
en la ley de su padre…

Aun morirá la culebra,
y la hierba que miente ponzoña
aun morirá:
nacerá a cada paso mirra de Asiria

(De la Égloga cuarta)

La versión anterior es de Agustín García Calvo, quien la llama “rítmica”, y “aunque torpe” –lo afirma él- intenta aproximarse al hexámetro dactílico, tan necesario “para entender aunque sea de lejos algo de la poesía de Virgilio”. Está en su libro sobre el gran poeta latino (Virgilio. Ediciones Júcar, colección Los poetas, Madrid, 1976).
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El ensayo de Eliot fue elaborado para una conferencia radial que transmitió la BBC en 1951. Fue publicado por The Listener, el magazine londinense que difundía las charlas de la BBC. Seis años más tarde se incluyó en el libro On poetry and poets (Faber and Faber Limited, London). En 1959 la editorial Sur, en Buenos Aires, lo pondría a circular en traducción de María Raquel Bengolea.