Wednesday, December 16, 2009

Un argumento letal

Andrés Eloy Blanco

"Y debo terminar con la última observación, al distinguido compañero Osorio Calatrava, cuando dijo que el latifundio es un mal parcial, y no puede ser objeto de una legislación general:
El latifundio es una lacra social en todos los países, como lo es el homicidio. De manera que, si tuviéramos ese criterio (el de Osorio Calatrava), yo podría venir aquí a proponer cualquier día que elimináramos de la legislación penal el capítulo del homicidio, porque el homicidio en Venezuela es un mal parcial y no puede ser objeto de una legislación general”.
(Andrés Eloy Blanco, Cámara de Diputados, sesión del día 11 de mayo de 1939).

Sunday, September 13, 2009

Saturday, May 16, 2009

Misteriosa Buenos Aires

Thames y Corrientes (antes Thames y Triunvirato)

Buenos Aires no se repite. Siempre se descubre en ella algo nuevo, tanto en las calles que no habíamos recorrido antes, como en los sitios habituales. Esta vez descubrí un árbol de ramas inconsolables, una esquina que es todas las esquinas, un aviso en un idioma que desconozco, un edificio escondido, una luz vespertina, una palabra remota, una escultura de Rodin, una plaza que parece bordada sobre la tierra, una revista, una magnolia, una sonrisa en Villa Crespo, un perro bostero en La Boca, una mujer que se cambiaba de ropa en la confitería, un poema de Miguel Angel Bustos, un río subterráneo, una merluza negra en el Dora, un escritor novísimo llamado Borges (el otro, el mismo) que sigue inventando la ciudad e inventándose, una escena de tango en San Telmo, una librería donde todos los libros son maravillosos, una tertulia en Belgrano, una nostalgia metafísica, un parecido con no sé qué, un loco nuevo en el Bajo, una casa espectral en Palermo, un desfile mítico en Callao, una musica callada, un sereno amanecer en La Recoleta...
Buenos Aires es el aleph.

Sunday, April 05, 2009

Adiós a Alfredo Marcano

Alfredo Marcano

Mariano Alvarez me despertó esa mañana, tal como lo habíamos convenido. Digo Mariano y no Marianito porque el cómplice de mi madrugón de ese día de julio del 71 fue realmente el padre del gran actor homónimo. No recuerdo, por cierto, si éste se levantó igual que nosotros a ver la pelea. Seguramente no. Otras agonísticas ocupaban sus sueños. Lo cierto es que ahora me veo, frente al televisor, sufriendo con el viejo Mariano, en la quinta San Eugenio de la calle Motatán, en Colinas de Bello Monte. Nuestro campeón estaba perdiendo ostensiblemente la pelea. Y casi llorábamos. Sabíamos que para ganar en Tokio había que hacerlo por nocaut y tal como iban las cosas esa posibilidad era imposible. Pero de repente se desató una furia invulnerable y no hubo fuerza humana ni divina que la detuviera. Bruscamente se voltearon los papeles y la contundencia letal del venezolano hizo estragos en el japonés Kobayashi. Golpe a golpe. Verso a verso. El cumanés ese día era un orfebre.

La increíble recuperación de Alfredo Marcano hizo que no sólo Cumaná estallara en gritos. Todo el país festejó al unísono. Creo que nada más emocionante ha ocurrido en la historia del boxeo venezolano. Mariano y yo la vimos, sin saber aún que contemplábamos una maravilla histórica, que asistíamos a una apoteosis nacional del ring. También nosotros saltamos de nuestras sillas y nos abrazamos cuando se produjo el glorioso desenlace: Alfredo ave fénix, Alfredo Marcano resurrecto, devolviéndonos el orgullo de ser fanáticos de un deporte que poco después comenzaría a tener muy mala prensa. Ese año no, por supuesto. Como recordarán algunos, 1971 fue el “annus mirabilis” del boxeo criollo. Fue la época en que anduvimos por el mundo exhibiendo los cinturones de cuatro campeones mundiales.

No existe euforia deportiva que recuerde con mayor nitidez. Sé que muchos venezolanos vivieron igual que Mariano Alvarez Perera y yo esa límpida madrugada. Pero también, sé que hoy en día, casi nadie la conoce. Y lo que es peor: que quienes supieron de ella, ya no la recuerdan con la sensual vivacidad que merece ese inmenso momento de la patria. Así pasa en estas tristes comarcas de la desmemoria. Y pasa también con un deporte que pocos seguimos amando con fervor.

Hoy nos llega la mala nueva de que Alfredo Marcano ha muerto en Cumaná, su tierra de abolengo inigualable. Desde la UNEY, que orgullosa lo albergó unas horas, se nos ocurre citar los demoledores versos de un tango:

 
Hay veces que la vida te desploma/ con un gancho de izquierda justo al alma…”

Friday, January 02, 2009

Primer día del año con Borges

Quintana, entre Rodríguez Peña y Montevideo

Quintana 263. Allí Borges y Bioy inventaron a Bustos Domecq




Pueyrredón y Las Heras. En el quinto piso de ese edificio vivió Borges

02-01-09: Segundo día del año. Martín duerme todavía. Son las ocho y diez minutos en esta ciudad de Borges que hoy sigue fresca. La temperatura bajó el 31 y ayer siguió bajando un poco. Parecía primavera.

Caminé ayer por las calles solitarias de Barrio Norte. Salí de la casa y me fui por Libertad, pasé Arenales y llegué hasta las Cinco Esquinas. Mi idea era caminar por Quintana (calle que en ese sitio comparte sus esquinas, una con Libertad y otra con Juncal). Y eso hice. Encontré la cuadra donde Borges vivió en dos ocasiones. En la primera ocupó el número 222 durante más de un lustro y en la segunda la casa del número 263. En ésta estuvo dos años.

Cuando uno comienza a caminar Quintana desde las Cinco Esquinas puede leer en una placa un poema de Borges titulado Barrio Norte. Allí comienza el homenaje. Hacerlo ayer, con la calle casi vacía, fue para mí un verdadero deleite borgiano. Podía demorarme ante las puertas, tomar fotos en las esquinas o desde el centro mismo de la calle y seguir o devolverme para apreciar mejor algún detalle. Las casas que fueron de Borges ya no son las casas que allí están hoy, exactamente. Las placas indican que en ese lugar estuvo alguna vez el hogar de Jorge Luis Borges…

El aire que se respiraba ayer en esa cuadra de Quintana era el aire de sus poemas dedicados a esa zona de la ciudad, a esa cuadra en particular, en la que su padre, que había estado ciego, pudo ver una noche “las antiguas estrellas”. En la casa del 263 la placa indica que allí Bioy Casares y Borges le dieron nacimiento a Bustos Domecq. Con ese dato podemos saber, entonces, que en ese lugar vivió Borges a comienzos de los cuarenta, a partir de 1942, para ser más precisos. La casa del 222 fue ocupada por los Borges a su regreso del segundo viaje a Europa, es decir, en 1924. Allí estuvieron hasta que se mudaron a una vivienda cercana a La Recoleta. Durante su estancia en esa casa el joven Borges fue irigoyenista, con Marechal y los González Muñón y fue también fundador de la revista “Proa”, junto con Rojas Paz, Caraffa y Ricardo Güiraldes, a quien recuerda Borges en un poema, “en Quintana…mágico y muerto”.

Ayer también fui hasta la casa de Pueyrredón y Las Heras, donde Borges vivió durante diez años. Es la casa cercana a La Recoleta, que ya mencioné. La que vi ayer sí es exactamente la misma casa que Borges ocupó. Es un edificio que tiene su entrada sobre Pueyrredón 2190 y hace esquina con Las Heras. Es de esos edificios franceses o afrancesados de Buenos Aires que recuerdan el esplendor de una ciudad que a ratos da la impresión de que fue alguna vez la capital de un imperio. Allí escribió Borges esa obra maestra que es Pierre Menard, autor del Quijote. Allí escribió Historia universal de la infamia. Allí perdió a su padre. Allí comenzó su colaboración con “Sur”. Allí se hizo visitante devoto de La Recoleta. Viviendo allí sufrió el accidente de 1938, de consecuencias casi letales. Allí, desde el balcón que daba a Las Heras, vio el río con sus barquitos pintados y su corriente zaina. Allí –me digo- estuvo Borges y yo lo busco hoy en este homenaje secreto.