Sunday, July 06, 2008

Sobre Ludovico Silva

Ludovico Silva



1. Sabemos que es imposible condensar la vida de Ludovico Silva en unas pocas líneas, pero nos gustaría conocer sus impresiones sobre este importante pensador e intelectual venezolano. ¿Cómo era Ludovico, no sólo como filósofo, sino además como amigo y camarada?
A comienzos de los 70 me acerqué con timidez a Ludovico Silva. Yo venía leyéndolo con interés y fidelidad desde 1966 en sus artículos de El Nacional, pero fue la lectura de La plusvalía ideológica, el mismo año de su publicación (1970), lo que me convirtió definitivamente en un entusiasta admirador suyo. Con ese fervor por su obra me le acerqué un día para pedirle que aceptase una invitación para hablar del “carácter ideológico del Derecho” en unas jornadas que organizábamos algunos estudiantes de la Facultad de Derecho de la UCV. Ludovico aceptó de inmediato. Ese primer acercamiento me reveló de una vez la serena calidez de su trato, la amabilidad de su presencia, que ratificamos el día de su intervención. No sólo llegó a tiempo, sino que me entregó la copia del texto que escribió para nosotros en esa ocasión memorable. Aún conservo esa copia (con tres correcciones suyas, hechas a puño y letra) que fue un llamado a que iniciáramos entre nosotros la crítica radical de la ley como instrumento de represión, como instrumento al servicio de los dueños del capital. Nos exhortó a que dejáramos de considerar al derecho como “teoría pura” kelseniana y nos percatáramos de su carácter de aparato ideológico práctico y cotidiano. A partir de ese momento inicié con él un vínculo amistoso que permitió nuevas participaciones suyas en actividades de la Facultad, así como el generoso disfrute por mi parte de sus opiniones acerca de autores y libros sobre los cuales le indagaba. Dejé de verlo porque me fui a España en el 73 para hacer estudios de postgrado. Antes de hacerlo lo visité para recibir de él un paquete de libros y dos cartas donde, para mi sorpresa, le agradecía a sus destinatarios la eventualidad de cualquier favor que pudiese requerir de ellos el cartero ad hoc que las llevaba. Ese gesto, absolutamente iniciativa suya, me demostró que su amistad no era sólo una efusión y que su camaradería no era sólo un abrazo. Ludovico me enseñó que para él, ser compañero era un acto de fe y de confianza.

2- ¿Por qué es tan limitada la bibliografía publicada sobre Ludovico Silva?, ¿será que los venezolanos todavía no hemos entendido el valor que tiene su obra?
Aparte del descuido intelectual, yo creo que cierta tendencia a estar al día y a tratar a los autores como si fuesen marcas que van y vienen como productos de moda, nos conduce a la inmensa omisión de no haber estudiado con profundidad la extraordinaria obra de Ludovico Silva. Creo que también en esta desidia juega un rol importante la mala costumbre de no valorar los aportes al pensamiento de nuestros escritores. Impera todavía cierta propensión a subestimar lo nuestro. Si a ese complejo de algunos se le agrega la mezquindad de otros, podemos dibujar el cuadro de una patología causante de que los jóvenes desconozcan la valiosa creación literaria y filosófica del autor de esa maravilla que es El estilo literario de Marx, una conjunción de poesía y pensamiento escrita de modo magistral para deleite de quienes apreciamos no sólo lo que se dice sino también la forma en que se dice.

3. ¿Qué opinión le merecen los aportes de Ludovico al marxismo?En primer lugar, originales, en el sentido de que provienen de su propia lectura, de su lectura heterodoxa y directa de Marx, independientemente de las inevitables y lógicas coincidencias con autores que también hicieron lo mismo: ir a las fuentes. En segundo lugar, fecundantes, provocadores y oportunos. Descorrer el velo del marxismo teológico de pesadas burocracias comunistas y desmontar el marxismo de los caletreros de manuales, fue sin duda un aporte a la libertad de reflexión y, sobre todo, a la ampliación de un panorama que estaba dominado por la repetición de dogmas en algunos casos o por la traición a unos ideales en otros. Comprobar el verdadero carácter del concepto de “ideología” en Marx no es de poca monta. Fue, entre otras cosas, enmendarle la plana al propio Lenin. Eso (y más) hizo Ludovico en español y en Venezuela.

4. Ludovico decía que la verdadera cultura de la época capitalista era una “contracultura”. ¿Cree usted que algún día podremos hacer a un lado la ideología del sistema capitalista y volver a hablar simple y llanamente de cultura?
Lo interesante del planteamiento de Ludovico en relación con el concepto de cultura es el hecho de contraponerlo al de “ideología” y atribuirle al capitalismo la capacidad fatal de convertir todo en mercancía, incluidos los valores del espíritu. Así, la “ideología” es, en rigor, “contracultura”. Hoy en día la realidad nos brinda más y mejores comprobaciones de lo que Ludovico planteó en los 70. Recordemos que de manera explícita los defensores del capital han planteado que el tema de la cultura no es un tema de la UNESCO sino de la Organización Mundial del Comercio. A confesión de parte, relevo de pruebas.

Si no revisamos con lucidez y conciencia crítica lo que significa la cultura en unos sistemas tan hábiles para colonizarnos mentalmente como son el capitalismo y los llamados "socialismos reales", no creo que esté cerca la fecha en que dejemos de producir mecánicamente “plusvalía ideológica”. Creo que el avance que comporta asumir como necesarios la interculturalidad y el reconocimiento activo de la diversidad cultural ayudará bastante a acercar ese día. Introduzco un matiz, que es, en verdad algo más que eso: culturas y no cultura.

5. A la luz de los procesos de cambio que se gestan en Latinoamérica, ¿de qué manera los conceptos marxistas de alienación, ideología, ayudarían a explicar la realidad latinoamericana y su proceso actual?

Sólo de una manera: asociándolos al tema de la cultura, en el sentido propuesto por Ludovico. Por eso, releerlo y retomar hoy el aliento crítico de sus incitaciones intelectuales, es un buen estímulo. Obras como las de Bolívar Echeverría van por ese camino que inició en Ludovico Silva inició en Venezuela. La resistencia frente al poder colonizador del capitalismo que un Papa llamó "salvaje" o ante los "socialismos reales" de cualquier siglo (incluido el del XXI) la debemos hacer en Latinoamérica desde nuestras culturas.

También la creación de una sociedad justa la haremos desde ellas, con un pensamiento que no desdeñe el diálogo fecundo, pero que no invisibilice sus orígenes.

(Las respuestas son de Biscuter. Las preguntas de Carmen Bohórquez).