Friday, November 30, 2012

CABALLERO BONALD

J. M. CABALLERO BONALD

Ganó el Cervantes. Me enteré por Martín, quien lo colgó en su FB y lo compartió en mi muro, con una pregunta: “¿Es idea mía o te lo encontraste una vez en un café en Madrid?"

Sí, Martín recuerda bien. Fue en el Bar Moderno, frente a la plaza Santa Ana, en Madrid. Yo andaba con nuestro querido amigo Juan Carlos Méndez Guédez. En una mesa cercana estaba Caballero Bonald. Juan Carlos me lo señaló, y como estaba enterado de mi admiración por su poesía, asomó la posibilidad de que me le acercara. Asentí, pero no lo hice finalmente...

Juan Carlos conocía un breve texto que le dediqué a Caballero Bonald y que José Antonio Yepes Azparren incluyó en una selección de poemas míos que hizo para la revista Imagen.

Ese encuentro con Caballero Bonald, tan lejos y tan cerca, ocurrió en diciembre del 2001.

Me alegra muchísimo el merecido premio Cervantes que ahora recibe.

P.D: Acá, mi poemita sobre Caballero, después de leer Descrédito del héroe en los 80:

C. B.
Mucho me ha gustado hoy

la poesía de Caballero Bonald,

su elegante barroco

que se deja leer como si fuera clásico,

esa manera andaluza de seducir,

de acoplar palabras mientras se elevan

y hacen figuras en la tarde,

y, sobre todo,

su fina displicencia

para anunciarnos que Afrodita

fue vendida ayer como esclava en Algeciras.
 

FCC

Thursday, November 22, 2012

ENSAYAR

Teatro de la Opera en Viena, capital de Kakania
 
No es hacer una prueba. Desde la adorable ambigüedad del vocablo, podemos decir que el ensayista no necesita probar nada.

Ni ejercicio preparatorio para algo grande, ni borrador de un texto definitivo, el ensayo es, como famosamente
dijo Alfonso Reyes, "el género centauro". Me gusta esa imagen porque proviene del mito.

Centauro como Quirón y sanador de lectores universitarios, víctimas de excesivas dosis de prosa “académica”, el ensayo es una amable fiesta del estilo, un recorrido gozoso por cualquier territorio, por más intrincado que éste sea.

El ensayo no busca convencer a nadie. Discurre entre preguntas. Sus respuestas, si las hubiere, se disuelven rápidamente en el camino.

El ensayo es un paseo, pero un paseo para extraviarnos en la ciudad, como le sucede al auténtico paseante, según Benjamin.

Picón Salas dijo una vez, antes de sentarse a escribir: “Y va de ensayo”. También pudo haber dicho: “Y va de cuento”, porque el ensayo también puede ser un cuento.

Hoy, en una novela, a la vuelta de la esquina, un ensayo sobre el ensayo me esperaba. Abrí el primer tomo de El hombre sin atributos y leí:

“… un ensayo no es la expresión provisional o accesoria de una convicción que podría ser elevada a verdad en una oportunidad mejor y que también cabría reconocerla como error (de este género son únicamente los artículos y composiciones que las personas letradas llaman ´desperdicios de su escritorio´), sino que un ensayo es la forma definitiva e inmutable que la vida interior de una persona da a un pensamiento categórico.”

Seguiré con Robert Musil. Toda la mañana estaré en Kakania, buscando otra vez “el reino milenario”.
  

Monday, November 12, 2012

Breve crónica de aprendizajes

Monet. Jardin Giverny
 
Se pregunta García Terrés en su diario por qué siente necesidad de llenar renglones y de anotar cosas triviales. De inmediato se responde: "En realidad me gusta escribir. Me agrada que las ideas vayan precisando su forma en el papel, que quede algo del fluir del pensamiento. Pensar -ya lo dijo Wittgenstein- es aprender. Ésta quisiera ser la crónica de algunos aprendizajes".

Retengo una frase espléndida para aludir al arte que cultivan algunos diaristas: crónica de algunos aprendizajes.
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Escribir la lectura. Mejor dicho, procurar acercarse a la emoción de la lectura.
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Registrar a veces la rutina, no sólo el asombro ante el paisaje, la música o el poema.
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Dejarse llevar por nuestro ánimo (ánima, mejor) y que discurran las palabras o el silencio.
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Es lunes. Son las siete y media de la mañana. Tomo otro diario, el de Seferis, y leo: "Me voy de Poros, como me fui en mayo del 41 de Creta: hacia lo desconocido. No sé si volveré a encontrar la gran serenidad que he sentido aquí estas últimas mañanas". Esa hermosa entrada es de un lunes. Es del 2 de diciembre de 1946.

La serenidad y el viaje a lo desconocido se quedan resonando en mi memoria.
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Otros libros en la mesa. Abro uno y encuentro lo que busco: una caja de música al alcance de todos. Es la tercera égloga de Garcilaso. La oigo:

En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.

Thursday, November 08, 2012

DOS EJERCICIOS

Angel Hurtado 
 
Dos vueltas al parque para iniciar el día. En la primera, una asombrosa vista de la aurora, cruzada largo a largo por pájaros hermosos. Como escribió Jiménez: nada mejor que un atónito silencio para describirla, para leer sus señas límpidas, y darles otro espacio en la mañana. Vuelvo a mi casa y escribo estas breves líneas en forma de soneto en prosa, para estampar un instante que bien puede prescindir de ellas, y fijar completo y sin palabras, su milagroso fulgor en la memoria.