Tuesday, November 21, 2006

Ciudad sitiada


Gonzalo Ramírez Quintero en La Habana

La ciudad sigue sitiada, pero tiene ya una voz que le sostiene el alma y la subleva.

El mismo día del aluvión civil, la poesía se hizo cargo y comenzó su lento trabajo de testigo de excepción, de actor secreto, de insobornable persistencia.

Una de esas voces nos vuelve ahora a conmover. Es una voz genuina de duelo. Es una voz profunda de adhesión.

Tiene un nombre: Gonzalo Ramírez Quintero.

Su libro “Ciudad sitiada” (Fondo Editorial del Estado Falcón, Ediciones Libros Blancos, Incudef, Coro, Venezuela, 2006) no sólo es un diálogo interminable con los caídos de febrero, sino la plegaria necesaria, la memoria insurrecta que no cesa.

Abro la página 29 para escribir mi nombre, como suelo hacerlo en todos los libros que me gustan mucho y me encuentro con este poema que es una confesión de amor a la ciudad y a la vez, un cálido homenaje al chileno Enrique Lihn:

XI

Nunca he salido de la siniestra sitiada Caracas
he querido imaginar otras calles
pero es ya demasiado tarde para que la memoria
prepare una nueva sorpresa
Nunca he podido imaginar la vida
sino en esta ciudad sitiada donde todavía
el tiempo puede detenerse en el murmullo
en el acorde tierno del cristofué
Nunca he podido olvidar que el héroe
la proclamaba altivamente
como el sitio donde debía estar su corazón
Nunca podré encontrar otra ciudad
a la cual pueda decir que pertenezco

Porque escribo poesía yo también estoy vivo.

¿Cuántos han muerto por nosotros, poetas afligidos, para que escribamos y sigamos vivos? No lo sé. Son universalmente incontables. Pero acá está la palabra que de algún modo nos redime y nos alienta.

Gracias, Gonzalo, por tu primer libro, por tu fidelidad, por tu poesía.

Wednesday, November 15, 2006

Elisa, vida mía


El Toledo de Garcilaso

Vi la historia de amor contada por la ninfa en su tejido.

y recordé los versos hermosísimos, que a ella remiten.

Caminé por las calles del poeta, el más admirado de Cervantes,
el autor de la música verbal más fina y delicada de su tiempo y de otros tiempos
que ahora le son lejanos y esquivos.

Escribí en una libreta la comprobación de que el Tajo sigue bañando
“la más felice tierra de la España”.

Recordé las mañanas dedicadas en el bachillerato a la lectura de las églogas.

Pensé en la vida del autor,
en cuya alma está escrito para siempre el gesto de Isabel,
también llamada Elisa,
y dije para mí:

Elisa vida mia.

Eso fue todo.

Thursday, November 09, 2006

Gimferrer

Leo Interludio Azul de Pere Gimferrer.

Me gusta y tengo repentinos deseos de escribir algo semejante.

Me encuentro con Celso Emilio Ferreiro un día del 73 en su casa.

Thursday, November 02, 2006

Un poema sobre el cuerpo y la carne


Alejandro Oliveros

En su libro Poemas del cuerpo y otros, encuentro un poema maravilloso sobre el cuerpo y la carne. Lo copio casi todo:

El cuerpo puede ser tanto la carne
como lo que no es. El espacio que llena
y mantiene. La imagen que permanece
en la memoria, con sus traiciones.

Isidoro de Sevilla habla de presencia,
de lo que está antes de los sentidos
y lo sentido. Un cuerpo es, también
lo que no hemos imaginado. Lo que no

conocemos. Ni en el sueño ni en la visión
privilegiada. Salimos a la vida
en pos de ese cuerpo que es sólo reflejo.
Y nos entregamos, como Narciso, a lo que vemos

en la superficie del espejo. Ojos verdes
o castaños que nos miran desde el anhelo.
(...)

No siempre el cuerpo es carne, sigue Isidoro,
pero la carne siempre es cuerpo. Es
lo que recorro con las manos. La carne
amada y temblorosa, su lisura y honduras.

No es posible el cuerpo sin esta duración
turgente. El aire de sus ojos, el fuego
de sus párpados, las tierras de su vientre
y las líquidas vocales de sus labios.

Alejandro Oliveros (Venezuela)