Wednesday, June 29, 2005

Poetas esperando la inspiración de su musa


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"Parterre 1

Poetas esperando la inspiración de su musa.
Poetas esperando muy esperanzados la inspiración de su Musa.
Poetas esperando no tan esperanzados la inspiración de su musa.

Parterre 2

Poetas esperando algo esperanzados la inspiración de su Musa.
Poetas que lo esperan todo de la inspiración de su Musa.
Poetas que lo esperan casi todo de la inspiración de su Musa.

Parterre 3

Poetas que no esperan nada de la inspiración de su Musa.
Poetas que no esperan casi nada de la inspiración de su Musa.
Poetas que esperan un tanto cuanto de la inspiración de su Musa.

Parterre 4

Poetas esperando sin mayor esperanza la inspiración de su Musa.
Poetas esperando sin ninguna esperanza la inspiración de su Musa.
Poetas poniendo todas sus esperanzas en la inspiración de su Musa.

(...)

Leónidas Lamborghini

Friday, June 24, 2005

70 años en la inmortalidad


Gardel

Recuerdo cuando se cumplieron 50. Yo escuchaba a Gardel y escribía. Sonaba Melodía de Arrabal y me atascaba en un párrafo. Tenía entonces que dejar la página a medio hacer y sumirme en la celebración, como todo gardeliano que se respete y que respete los rituales de ese día.

Y así estuve durante toda la mañana y parte de la tarde, hasta que no pude postergar más la conclusión del ensayo. Se trataba de un encargo muy especial que me había hecho un amigo y la fecha de entrega ya la tenía encima, como siempre.

A las cinco de la tarde dejé a Gardel y retorné a Sucre, no sólo movido por el compromiso, sino también por la alegría de haberle encontrado un parangón a mi héroe de Cumaná. Así, la escritura fluyó y discurrió a placer sobre las páginas que faltaban.

Como testimonio imborrable de ese momento poético, el nombre de Gardel sigue ahí, apenas visible entre sus líneas.

Han pasado veinte años (“no es nada”, diría él) y el texto, en general, me sigue gustando. Ahora sé que si alguna gracia perdura en esos párrafos se la debo a la voz de quien hoy cumple setenta años en la inmortalidad.

(...)

“...Es entonces la muerte del héroe una negación de la muerte, la máxima proeza del guerrero o del cantor, llámense Héctor o Gardel. Ni más ni menos que una prueba iniciática para la gloria. Y si a esa muerte se le añade el detalle de haber acaecido tempranamente, la lucha contra el olvido se torna menos desigual. Bien sabemos de las viejas preferencias de los dioses”.
(FCC. Sucre: el más sereno de los heroísmos)

Tuesday, June 21, 2005


Cafe de Flore

A pocos metros está otro lugar sartriano famoso: Les Deux Magots.

Y la placita, ahora con su nombre.

Sartre cumple hoy cien años

Aunque algunos se lo hayan propuesto de manera deliberada, no es posible olvidar a Jean Paul Sartre. Así, hoy celebramos el centenario de su nacimiento y si no fuese trágico, nos reiríamos de los patéticos ex-izquierdistas del presente, que con encono indigno de cualquier causa, han querido lapidar con odio la memoria de uno de los más grandes filósofos y escritores franceses de todos los tiempos. Lo cierto es que ahí está El Ser y la Nada, exaltado críticamente hace muy poco por Eugenio Trías. Y está también La náusea, leída por los jóvenes de ahora sin los prejuicios que los viejos tenemos ante las relecturas, sobre todo, de aquellos libros que adoramos hace años. Y es que Sartre cumple cien, pero no los aparenta.

Yo tenía catorce años cuando me enteré de que había un señor diabólico en Francia que se había atrevido a rechazar nada menos que el Premio Nobel de Literatura. Desde ese día comencé a indagar por su obra y sus ideas con voraz curiosidad.

Algunos lo adoraban, ciertamente, pero para otras era más que detestable. Del existencialismo sólo había tenido noticias por un tipo de fiestas que organizaban algunas vecinas para escándalo de las señoras del barrio. "Fiestas existencialistas", les decían, y desde luego, si algo ostentaban de Sartre, era sólo la asociación pecaminosa que su nombre provocaba. No fui a ninguna de esas fiestas, pero sí leí La Náusea pocos años después del 64. Y me declaré existencialista, y hasta marxista de la tendencia Sartre (más tarde lo sería también de la tendencia Groucho). Celebré el prólogo a Los condenados de la tierra, de Fanon y tuve en Sartre un ejemplo de intelectual comprometido, es decir, de "mal ejemplo" permanente para las conciencias tranquilas.

Pasada la euforia del mayo francés, abandoné por un tiempo a Sartre y preferí a Camus. Ahora los reconcilio en mi recuerdo, y a cada uno le otorgo lo que yo creo que valen.

Hoy quiero rescatar unas líneas que Juan Nuño, mi maestro, trazó con imborrable tinta en un libro apasionado. El libro se llama simplemente Sartre:

"Confesar la pasión por Sartre es, ante todo, declarar la edad: generación de la postguerra, y rememorar el credo de aquella juventud: aceptar las totales consecuencias de una irrestricta libertad del hombre, responsable único ante sí, sin Dios ni amo alguno. Reconocer que, bajo más de una ceniza, la vieja pasión permanece inextinguible equivale a mostrar la radiografía ideológica: el corazón irremediablemente a la izquierda; la cabeza crítica, independiente de cualquier dogma (en especial, el stalinista), pero con el cerebro recorrido por dos virus no siempre conciliables: liberación del hombre, revolución total; el socialismo metido en los huesos; en la boca del estómago, náusea permanente por la burguesía y sus productos: capitalismo, fascismo, imperialismo y el más purulento de todos, colonialismo en cualquiera de sus mutantes formas...

Este libro es una recaída: la vuelta a Sartre. Para comprobar su irritante actualidad."

El tiempo...el tiempo pasa, así decimos todos, decimos siempre. También pasan las ideas y las cambiamos, como debe ser. Hay quienes se enorgullecen de ello (y no está mal), pero también hay quienes, de contrabando, han cambiado de ideales y de sueños, o lo que es peor, han dejado de tenerlos. De más está decir que no están invitados a la fiesta de este cumpleaños.

Thursday, June 09, 2005


Charing Cross Road Posted by Hello

Para Tecnorrante


84 Charing Cross Road

Tecnorrante,

acá tienes el afiche. Ahí está, con Hopkins, la inolvidable Anne Bancroft.



Anne Bancroft que estás en los cielos


Dustin Hoffman frente a las piernas de Anne Bancroft.

Desde que Rita Hayworth lo hizo en Gilda, nadie había levantado
así una pierna en la pantalla grande.

Gloria a eterna a Mrs. Robinson.

Ayer vi la noticia y hoy leí este artículo de Maruja Torres que les copio de seguidas:

CARTA FINAL

A la recién fallecida Anne Bancroft no la recordaré como la señora Robinson de El graduado, sino como la escritora Helen Hanff (1916-1997) de otra película de culto, de distinto culto (el que une a los adictos a la literatura), y también de amor, aunque de amor múltiple (a los libros viejos y las ediciones raras, a la correspondencia clásica y a la amistad). 84 Charing Cross Road, que aquí se llamó La carta final, partía de la única obra maestra que Hanff produjo en su vida: la recopilación de las cartas que ella y el librero Frank P. Doel intercambiaron desde 1949 hasta la muerte de él, en 1969. Le puso como título la dirección de la librería de antiguo Marks & Co., a la que dirigió su primera petición de autores ingleses, en ejemplares usados y baratos.
Sin verse jamás, a través del Atlántico, esta insólita pareja cimentó, carta a carta, una notable relación trenzada en torno a la pasión literaria, las pequeñas novedades cotidianas, la precariedad de la subsistencia (él, encargado de Marks & Co., en el Londres famélico de la postguerra; ella, escritora incipiente y mal pagada) y los rasgos de carácter que les hicieron complementarios (ella, irónica y algo extravagante; él, contenido, tímido, digno). Helen le daba su vitalidad, él llenaba su piso de preciosos volúmenes.
Película de culto, decía, la protagonizada por Bancroft (su marido, Mel Brooks, le regaló los derechos del libro por un cumpleaños), a quien hoy lloramos los cinéfilos y los hermanos del graduado. Pero, por encima de todo, película de celebración de lo mejor que tenemos: la capacidad de relacionarnos para disfrutar de nuestras experiencias y de nuestras lecturas. Por una extraña casualidad, en el teatro Guimerá, de Santa Cruz de Tenerife, esta noche se representa el montaje teatral de Isabel Coixet, con Carme Elías y Pep Minguell. Si pudiera, tomaría un avión para volver a verla. Si pudiera, me pasaría la película. Pero estoy lejos de casa, de modo que haré lo único posible: con Bancroft en el recuerdo, iré a una librería de antiguo.
Había un bar en el lugar donde estuvo Marks & Co., la última vez que pasé por Londres. Me pregunto adónde habrán ido a parar los libros que Frank le envió a Helen.

Maruja Torres
El País, 9 de junio del 2005

Monday, June 06, 2005

Pont des Arts


Luisana en el Pont des Arts

La Maga venía por allí en la primera página de Rayuela.