Sunday, July 08, 2007

Guédez, como el río, fluye inmortal

Jesús Enrique Guédez
08-07-07: El lunes pasado me enteré de la muerte de Jesús Enrique Guédez. De inmediato me percaté de que en menos de un mes se nos había ido otro de los poetas de Tabla Redonda. Recuerdo, por cierto, que en el café que está frente a la librería Suma, hará unos cuatro años, Guédez me manifestó su dolor por el distanciamiento político con Sanoja y con algún otro compañero de generación y de antiguas luchas. Su último libro, Poemas crudos, muestra el desencanto por los viejos amigos. En una especie de ubi sunt en el que se pregunta por los revolucionarios de ayer (Balada del sí o el no), Guédez retornó a la palabra política, desacreditada y olvidada por muchos exquisitos. Nos recordó -en ese y otros poemas de su descarnado libro- que no siempre vivimos en torres verbales y que la voz poética es también la voz de los testigos. El poema está dedicado a la memoria del poeta Acosta Bello, un esteta, pero también un escritor dotado de una lúcida conciencia sobre su época.
Encuentro en Poemas crudos este deslinde del poeta Guédez con uno de sus viejos camaradas:

EL VIEJO AMIGO

El viejo amigo debe estar pensando
que yo he vivido sólo de recuerdos
cuando los hechos que vivimos cerca
se convirtieron para él en historia,
ideas de los políticos utopistas del poder
que veían pioneros en los jardines
de las mansiones de los poderosos.

Yo sólo recuerdo, no se me olvidan,
aquellos ideales, la sombra de una tarde,
la imprenta de tipos móviles enterrada
cerca de la tumba de un campesino
debajo de un árbol y a la orilla del río.

Ahora que estamos pensando mi amigo
y yo en decisiones políticas de otros,
cuando ya, viejo amigo, sólo servimos para pensar
y el cuerpo no aguanta un tramo de montaña
y la vida se nos ha complicado tanto
como yedras que trepan muros.

Para mi amigo la historia es un dogma
que explica con la máquina del silogismo.
Yo sólo recuerdo y me callo o escribo
como ahora, pensando en mi amigo.

Guédez hizo la distinción entre el recuerdo del pasado y la defensa de los nobles principios. Algunos compañeros suyos de generación se enorgullecen de haber cambiado de opinión, como si Guédez no lo hubiera hecho también muchas veces. De lo que no cambió Guédez fue de ideales y de afectos. Los renovó, los enriqueció, los puso a prueba y siguió soñando y soñándolos:

Entonces, ustedes, señores
que escogieron vivir su muerte,
déjennos, por nuestros hijos y por todos los que
todavía no saben nada de esto
y no tienen por qué saberlo,
déjennos soñar la vida, es nuestra, nos la dieron
nuestros padres
una noche de amor
para que la viviéramos amando
y sigan ustedes por ahí viviendo sus muertes
que a nosotros no nos van ni nos vienen.

Leo una semblanza que de sí mismo hizo el poeta y copio estas líneas espléndidas: "Pasó su infancia en Puerto Nutrias, donde aprendió a nadar, selló su pacto con Dios y vio la primera mujer desnuda. Eso es todo. Lo demás le ha venido por obra del medrador azar"

Director de cine, poeta y luchador, Guédez era sobre todo humilde, creo que verdaderamente humilde. Ahora podemos ir a Puerto Nutrias y decir con él:
El río fluye inmortal.

1 comment:

gonzalo said...

Humilde como pocos escritores y artistas en Venezuela fue Guédez: hay que darle toda la razón a Biscuter.
La humildad de un genuino revolucionario que nunca se sintió por encima de la contienda y que fue fiel, enteramente fiel, a sus orígenes.
Su poesía está esperando por la lectura: demanda la atención que no ha tenido hasta ahora. Igualmente, la maravillosa prosa de "Puerteños".