07-11-04:
Domingo de nubes y calor. Son las siete y diez minutos de la mañana. Es la hora de los pájaros. Cantan. Llaman. Endulzan. Se elevan. Yo trato de recordar el sueño. No lo consigo. Sé que no soñaba con Fernando Paz Castillo, pero que sí lo recordaba cuando me desperté. Fernando Paz Castillo iba en el mismo taxi donde yo iba. Era lo que llaman en Caracas, “un carrito”. Paz Castillo lo abordó en Bello Monte. Le tocó el asiento delantero, el de la ventana. Yo iba en el asiento de atrás y pude observarlo, hasta que se bajó en la avenida Urdaneta. Paz Castillo movía los dedos. Gesticulaba. ¿Estaría recitándose en silencio algún poema? Eso creo. No dejaba de gesticular con suavidad, con gracia. Era la danza dactilar de Paz Castillo lo que yo tenía enfrente.
Ahora tengo en mis manos una vieja edición de La voz de los cuatro vientos. La abro y leo unos versos donde Paz Castillo nos dice:
hablaremos de cosas tan lejanas/ que tienen para nosotros ese encanto/ de las viejas estampas.
El poema se titula Un día. Y tiene ese encanto de las viejas estampas.
2 comments:
creo q Fernando Paz estuvo dormido todo el camino, o en todo caso el primer sueño fue una secuela del segundo, aunque haya parecido al revés, de cualquier manera, Fernando Paz Castillo parece ser bastante inquietante...
Hermosas páginas y bellos momentos compartidos. Te visitaré seguido. Te agradezco que hubieras visitado la mía. Cada mes (lo verás en los archivos) coloco 11 poemas de distintos autores. Eres siempre bienvenida a pasarte a ella como a tu casa.
Saludos,
Angel.
http://noctambulario.blogspot.com/
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