Tuesday, September 20, 2005

Henri S. Leprince


Leprince

Alfonso Reyes dijo una vez que era preferible repetirse que autocitarse. Así que repito acá un comentario dejado en el buzón de otro blog:

HENRI SIMON LEPRINCE

No podemos fiarnos del recurso retórico de Henri S. Leprince para hablar de Henri S. Leprince. Es el viejo truco de la modestia que no tiene por qué ser falsa (en su caso no lo es).

Leprince es, probablemente, el más cálido y amable de los escritores neonachistas. Sus imágenes suelen ser precisas, pero con la precisión inefable de lo emotivo. Si bien maneja la certeza fría y brillante del ingenio, no hace descansar en éste el peso mayor de sus propósitos literarios.

Se inició en la literatura como cicerone barquisimetano de Sergio Pitol, a mediados de los noventa. Durante una semana en el legendario TIJEL (Taller Internacional de Jóvenes Escritores de Latinoamérica y España) aprendió lo suficiente como para emprender por sí mismo un camino estético original. Se propuso, entonces, no ser un escritor: se juró a sí mismo que sería una literatura y a fe que lo está logrando.

La carrera literaria de algunos de los asistentes al TIJEL (L. V., I.T, etc.) se debate actualmente entre frustraciones editoriales y arduos esfuerzos por entrar en el canon internacional de la narrativa. El silencioso outsider Leprince, en cambio, sonríe ahora desde la placidez de la blogosfera, contemplando cómo su obra crece en lo que lee, en lo que escriben él y sus amigos, en lo que sueña, en lo que imagina, en lo que deja de escribir o leer y en lo que la máquina del Turco Najul está por depararle.

Leprince mueve piezas desde Madrid con sólo pensarlas. Tiene el poder genuino del neonachismo en su guitarra.

3 comments:

Henry S. said...

En cualquier caso, en los inicios tanto en el Tijel como una semana en "La casa de las letras" hay dos figuras comunes.De alguna manera esas dos figuras son la puerta de entrada a un todo. un abrazo enorme a Freddy y Cuchi

Anonymous said...

Monod, creo, que con tu pseudónimo André, le llegaste al rostro de Leprince.

Se conocieron, claro.

Anonymous said...

¿Se parece a Artaud? ¿Acaso es Artaud? No importa. Es Leprince.