Friday, October 28, 2005

Lartigue


Lartigue

A los seis años Lartigue se inició en la fotografía y no dejó de ejercerla hasta 1986, cuando falleció a los 92 años de edad, como todo fotógrafo grande que se respete. Sus fotos nos cuentan historias. Tal vez por eso Lartigue le gusta tanto a los narradores. Enrique Vila-Matas, por ejemplo, es uno de sus fieles. Basta ver las portadas de varios de sus libros para comprobar que el primer relato no lo aporta su escritura, sino el ojo espléndido de Jacques Henry Lartigue.

Sobre el vínculo de Lartigue con el mundo literario escribió no hace mucho Rodrigo Fresán. Nos recordó que algo parecido sucede con la relación literaria del músico Erik Satie y del pintor Edward Hopper.

Volvamos a la foto. Ella está a punto de alcanzarlos.

Thursday, October 27, 2005

Bettina Rheims


Bettina Rheims
(Claude à L`Hotel Rue des Beaux Arts)

El filósofo Michel Onfray denomina “oximoriques” a las fotografías de Bettina Rheims. Así las llama en un reciente libro (“Oxymoriques. Les photographies de Bettina Rheims, Jannink, Cahors, junio 2005).

Los lectores de Borges recordamos la súbita aparición de la palabra "oximoron" en El Aleph. Fue en el momento en que nos enteramos cómo caminaba Beatriz Viterbo: “Había en su andar –si el oximoron es tolerable- una como graciosa torpeza, un principio de éxtasis”. Desde entonces supimos (por lo menos yo) que “oximoron” es algo así como la unidad de los contrarios y nos pareció atractiva la descripción, pero no el vocablo. Hoy lo tolero un poco más. En cambio, lo “oximorónico” siempre me ha gustado, desde mucho antes de saber que lo era.

¿Es oximorónica esta foto de Bettina? No lo sé. Tal vez el secreto está en el cuello.

Sunday, October 23, 2005

El escritor en su laberinto


Borges

Fue uno de sus símbolos constantes, como el espejo y los tigres. Lo descubrió de niño, en un libro con grabados que mostraban las siete maravillas del mundo. No sé si llegó a dibujarlo, como hizo con las fieras de su temprana devoción.

Cuentan que Georgie, armado de una lupa, intentaba explorar el centro del laberinto para ver al Minotauro. Al percatarse de la esterilidad de ese afán, prefirió imaginárselo, para ventura eterna de sus futuros lectores que ahora son legión. Así, el laberinto terminó sendo una insustituible metáfora borgiana, y el Minotauro, un personaje solitario llamado Asterión, famosamente.

La metáfora alude no sólo a la perplejidad incesante, sino también al inexplicable universo, mientras que Asterión es el pobre protagonista de un profundo tedio metafísico, incapaz de ver en su presunto redentor la ominosa presencia del verdugo. ¿Acaso no seguimos siendo los hombres unos incurables y redomados asteriones que andamos a la espera del salvador de turno, dentro de un laberinto que aún no logra cerrarse a la crueldad?... Dejémoslo así, como metáfora, por decirlo a la manera de Reyes, el mexicano que Borges admiraba.

Ahora el escritor está sentado en un muro del laberinto. Su mano derecha se apoya en el báculo que hace tiempo dejó de ser indeciso, a fuerza de iluminar huecas penumbras. Sobre su rodilla izquierda descansa la otra mano, hermosa y enigmática. El viento agita sus cabellos blancos. Los ojos deambulan insomnes, uno más que otro (todo hay que decirlo). El fotógrafo alcanza, por fin, la perplejidad del instante, con columnas al fondo y escaleras abajo. Se ha hecho presente de improviso la significación solar del laberinto. Y allí está Borges, inmenso, llegando de la noche de los tiempos para escribir poco después que “este es el laberinto de Creta cuyo centro fue el Minotauro y en cuya red de piedra se perdieron tantas generaciones como Maria Kodama y yo nos perdimos en aquella mañana y seguimos perdidos en el tiempo, ese otro laberinto”.

He visto la foto muchas veces y he leído el poema otras tantas. Y seguiré haciéndolo. ¿Retornar al mismo sitio no es el destino que todo laberinto nos depara?

Wednesday, October 19, 2005

El niño republicano


Haro Tecglen

Me enteré por un mensaje de Martín esta tarde, cuando venía hacia Barquisimeto. Yo lo creía inmortal (es un decir). Yo lo creo todavía inmortal (otro decir).

Lo importante en este momento para mí es haber constatado que lo quería como a alguien de mi familia. Y que lo lloro. Lloro la muerte del niño republicano, de mi Haro Tecglen particular: el de la portada luctuosa y solidaria de la revista Triunfo en septiembre del 73, días después de la tragedia chilena. También, el rojo de siempre, que pensaba y escribía como hombre de izquierda, incordiando a diario a las buenas conciencias y a los legionarios de la globalización de los vacíos.

Una bandera republicana para Eduardo Haro Tecglen. Y muchas flores moradas en su tumba.

¡Salud y República!

Tuesday, October 11, 2005

Tuesday, October 04, 2005

María Zambrano (para In the Flesh)


María Zambrano en Chile

Veo un programa sobre Maria Zambrano en la televisión española. El mar de Málaga. La voz de la escritora, cristalina, hermosa. Los comentarios de los estudiosos. La calidez de la palabra.

“La palabra del corazón sale siempre acompasada”. Eso acaba de decir, acompasadamente, María Zambrano, para quien la literatura y la filosofía fueron una misma densidad poética.

María Zambrano: la filosofía como poema en prosa, voz que escribe enigmas, letra que está por descifrarse siempre.

Lezama dijo de ella:

"María es ya para mí
como una sibila
a la cual tenuamente nos acercamos,
creyendo oír el centro de la tierra
y el cielo de empíreo,
que está más allá del cielo visible.
Vivirla, sentirla llegar como una nube,
es como tomar una copa de vino
y hundirnos en su légamo".

Saturday, October 01, 2005

Performance


Beuys

¿Postvanguardia? Tal vez.

¿Neonachismo? No.

Dicen que un ex-neonachista hará lo mismo que hizo Beuys en New York, pero no habrá coyote esta vez. Habrá Tigre Garmendia.

P.D: El ex-neonachista llevará consigo el manifiesto.