Fotografía de la casa que Wittgenstein diseñó para su hermana
Leo en el libro de un escritor porteño la increíble noticia de una obra teatral basada en las Investigaciones Filosóficas de Wittgenstein. La rareza tuvo lugar en Oxford y le correspondió dirigirla al catalán Llorenç Riber. Sucedió en algún verano de los setenta después de que su director superó la ardua selección del fondo musical, que, contra todo pronóstico, no recayó en Webern sino en Beethoven, quien suena durante todo la obra, a excepción del momento del prólogo, reservado por Riber para un aria de La Creación de Haydn. Recordarán algunos que el prólogo del libro de Wittgenstein es el famoso fragmento de San Agustín acerca de las palabras y de los objetos que ellas designan. Así que luce apropiada la elección sonora.
Quien reseña la obra se dice conocedor de algunas experiencias que por su facilidad no merecen ser tenidas como antecedentes de esta avilantez escénica. Así, recuerda haber asistido a la adaptación teatral de los Diálogos de Platón en la Universidad de Bogotá (que más obvia no puede ser), a la de las Ennéadas de Plotino y a la de El mundo como voluntad y representación de Schopenhauer. Ninguna, por supuesto, se le acerca en atrevimiento y desafío a la hazaña teatral de Llorenç Riber. Como se sabe, Investigaciones Filosóficas es uno de los textos fundamentales de la filosofía del siglo XX, escrito por un genio que pensó y repensó el lenguaje como juego. Alguien dijo una vez, a partir de Wittgenstein: el lenguaje es sólo juegos de lenguaje. Nada mejor entonces que el teatro para demostrar esa tesis.
Tal vez no sea innecesario agregar que Llorenç Riber es una invención de otro genio: el escritor argentino Juan Rodolfo Wilcock, en cuyo libro La sinagoga de los iconoclastas he podido leer esta maravilla.
Quien reseña la obra se dice conocedor de algunas experiencias que por su facilidad no merecen ser tenidas como antecedentes de esta avilantez escénica. Así, recuerda haber asistido a la adaptación teatral de los Diálogos de Platón en la Universidad de Bogotá (que más obvia no puede ser), a la de las Ennéadas de Plotino y a la de El mundo como voluntad y representación de Schopenhauer. Ninguna, por supuesto, se le acerca en atrevimiento y desafío a la hazaña teatral de Llorenç Riber. Como se sabe, Investigaciones Filosóficas es uno de los textos fundamentales de la filosofía del siglo XX, escrito por un genio que pensó y repensó el lenguaje como juego. Alguien dijo una vez, a partir de Wittgenstein: el lenguaje es sólo juegos de lenguaje. Nada mejor entonces que el teatro para demostrar esa tesis.
Tal vez no sea innecesario agregar que Llorenç Riber es una invención de otro genio: el escritor argentino Juan Rodolfo Wilcock, en cuyo libro La sinagoga de los iconoclastas he podido leer esta maravilla.
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