Friday, May 23, 2008

Gustavo Pereira o la dignidad intelectual (I)

Gustavo Pereira

1. Cuando Gustavo Pereira un día del año 99 leyó ante el país el preámbulo de la actual Constitución venezolana, tuve la ilusión de que la poesía, no sólo tomaba la palabra, sino que lograba ocupar por un instante el centro de una crucial jornada de la patria. Un escenario de donde parecían proscritas para siempre las voces primordiales (las otras voces, que diría Octavio Paz) era de pronto visitado por extrañas y lejanas resonancias. El poeta daba lectura a lo que él mismo había escrito poco antes y su tono marcaba la diferencia esencial con los discursos constitucionales conocidos hasta entonces. La voz de Pereira no brotaba de un tratado de derecho público, sino de una fuente verdaderamente prístina: la poesía, lenguaje anterior a todas las leyes y cauce de una memoria antigua que nuestro tiempo ha desterrado con puntual y mediática inclemencia.

Al concluir Gustavo Pereira su lectura sentí que la poesía había iluminado un nuevo espacio.

2. En 1957 Gustavo Pereira tenía diecisiete años y un libro publicado. Durante más de medio siglo no ha cesado de escribir poemas ni de compartir su insobornable devoción por la palabra, su mar de cada día, sus islas entrañables, sus naves ingeniosas. Frente al Caribe ha cultivado con paciencia y esmero una geografía espiritual equivalente al famoso jardín de Voltaire (léase hogar, biblioteca, familia, amigos, sueños cotidianos), sin encerrarse en él ni dejado de buscarle abono en otras tierras, en la calle o en el invisible humus de una tradición largamente preterida.

Sabemos que por la hostilidad de ciertas épocas, algunos poetas decaen, huyen, hacen mutis o se repiten con tedio, que es una forma de lo último. Así, pueden ser eternamente poetas de los sesenta y vivir de un viejo esplendor. Otros, como es el caso de Gustavo Pereira, sin dejarse vencer por modas ni desidias, siguen siendo contemporáneos y trazan con deleite, sin prisa ni desmayo, el secreto heroísmo de una renovada y serena dignidad intelectual.

A propósito de Yeats, habló Eliot de los poetas cuya obra madura entusiasma tanto como la de su adultez temprana. Según el autor de Tierra Baldía, esa rara estirpe debe su don a una pasión integral por el oficio, a una concentración perenne y a un ahínco que alimenta nuevas emociones. “Envejecer con gracia” le dicen a ese feliz decurso de las vidas, incluidas las literarias.

Creo no equivocarme si afilio a Gustavo Pereira dentro de la escasa y singular familia de escritores que cada día sueñan y escriben mejor.

3. Y ansí después el agua que bebían
desde la Margarita la traían.
(…)
En barriles, o cántaros de cobre
a la Punta las Piedras se traía,
adonde la metían en bajeles
allí hinchendo pipas o toneles.
(Juan de Castellanos, Elegías de varones ilustres de Indias)
El poeta nació el 7 de marzo de 1940 en Punta de Piedras, pequeño puerto de la isla de Margarita, donde los pescados dan sabrosa y salubérrima comida y donde una ceiba, “…con el frescor del manso viento/ daba cien mil contentos un contento”, según los minuciosos versos de Juan de Castellanos, quien viniendo de la Cubagua devastada llegó un día a la albufera de Punta de Piedras y se adentró en la isla para tener allí querencias perdurables: “Que cierto quiero bien aquella tierra,/ pues por allí gasté mi primavera,/ y allí tengo también quien bien me quiera”. Desde esa isla Gustavo Pereira divisó por vez primera los cuatro horizontes del cielo y el quinto punto cardinal: la poesía, que habría de ser el centro de su vida. No voy a dejarme tentar por la apetecible metáfora de la insularidad para explicar el destino poético del autor, pero confieso que he estado a punto, porque ganas no me faltan, máxime si considero que no sólo hay una isla en su nacimiento, sino también otra en su madurez, la ya legendaria isla que lo albergó durante mucho tiempo frente a Puerto La Cruz.

Insular, pero nunca aislado, el poeta cultiva el archipiélago.
(El Festival Mundial de la Poesía que ahora se está realizando en Venezuela está merecidamente dedicado a Gustavo Pereira)

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