Saturday, March 01, 2014

Ana María Moix



Ana María Moix

A mí, en realidad, lo que me gustaba era tocar la trompeta en una calle oscura”.

Al leer hace unos minutos la noticia de la muerte de Ana María Moix, recordé esa frase que escribió para su “Poética” en la legendaria antología de Castellet: Nueve Novísimos (1970). Hoy, una nota de prensa recoge el dato de que en esas páginas era la única mujer. Una mujer “que come poco y va vestida de cortina”, como dijo su amigo Manuel Vázquez Montalbán en el prólogo de su primer libro: Baladas del dulce Jim.

Enero y febrero fueron tenaces a la hora de segar parte importante de nuestro jardín. El miércoles pasado me desperté con la noticia de la muerte de Paco de Lucía, y hoy, con la de esta autora que pertenece a mis mejores recuerdos de lector en los 70. Tengo ahora en mis manos sus Baladas, en el ejemplar que Cuchi, a sabiendas de que yo lo adoraba, me forró con papel contac transparente. Lo abro y leo:


Un hombre triste, su barco. Alegre, ese fue Jim. Dulce conmigo, mas no risueño; qué corazón.

Jim en el parque, y sin sombrero. Ay Dios, qué miedo si es un matón. Ay Dios qué pena, si un día parte como llegó.

Tiene los ojos rojos y on the sea mira como un traidor. ¿Será payaso? Dije, y sobre el césped se revolcó. Y eso que no soy niña que con desconocidos antes hablara yo.

Cortaste lirios en las praderas y a Johnny mataste en  Nueva York. Fue por amor: bailaba en Broadway Nancy Flor.

Ah, Dulce Jim qué consuelo cuando los adolescentes se enamoran y de esquina en esquina les nace en el pecho un corazón”.
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Vuelvo a ese país de cine y de canciones, que compartió con su hermano Terenci, y me traigo estas palabras para despedirla en este rinconcito de la biblioteca:

Un pájaro azul y el horizonte lejos. El mar regresaba despacio, a mis espaldas, sin alcanzarme nunca. Recogeré las flores en la arena como si fuera la primera vez que sueño sobre la playa”.

Y también, un solo de trompeta.

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