Giorgio Agamben como el apóstol Felipe en El evangelio según San Mateo, de Pasolini
Dos vueltas al parque y Su Ilustrísima
irradiante. Es una dicha verlo así, porque hoy nadie más parece estarlo. El día
está raro, me dice Cuchi.
En la página van y vienen las palabras. Me
detengo en una para citar a Agamben de nuevo: “Versura”.
Busco en su libro (Idea de la prosa) y
leo la nota de la traductora:
“En latín significa el punto en que el arado da
la vuelta, al final del surco”.
La puerta
condenada…
Compara después con el adagio del quinteto de
Schubert op. 163, del que Caproni ha sabido aprovechar la lección, para decir
que el pizzicato confirma la imposibilidad, para los arcos, de “formar una
frase melódica completa”.
Me gusta la idea platónica de la “versura” que
nos regala Agamben: la del punto medio entre la poesía y la prosa o el límite
invisible donde el que viene encuentra al que se va.
--
Veo una foto de Agamben cuando tenía 22 años.
Pero no es una foto más. Es un fotograma de una película de Pasolini (“El
evangelio según San Mateo”), en la que Agamben hizo el papel del apóstol
Felipe. Agamben iba. Ahora viene.
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