Wednesday, May 11, 2016

El ojo que te ve (variaciones sobre un viejo tema)




 
Sólo dura cuarenta y cinco segundos y eso fue suficiente para que entrara con honores en la historia del cine. Su tema: la salida de los obreros de una fábrica. Harun Farocki afirma que, además de ser lo que todo el mundo sabe (la primera película),  es también la precursora de los videos de vigilancia que hoy en día producen a ciegas y automáticamente imágenes para la protección de la propiedad o la seguridad de los espacios.  

Farocki, después de registrar la mayor cantidad de variaciones del tema del film de los hermanos Lumière, llegó a la conclusión de que, si bien la primera cámara del cine enfocó una fábrica, no ha sido éste un lugar muy estimado por los cineastas. Entre las salidas de obreros que encontró menciona un documental de 1934, en Berlín: los trabajadores de Siemens salen de la empresa, formados en columnas, para sumarse a una manifestación nazi. Otro, de 1964, en la República Democrática Alemana en el que se ve una milicia de trabajadores saliendo de una fábrica, yendo a hacer ejercicios para su entrenamiento militar. Dice Farocki que cuando la brigada cruza el portón, “la fábrica parece un cuartel”.  Y uno más de 1975, en la otra Alemania, frente a los talleres de Volkswagen en Emden: un dirigente sindical convoca a los obreros contra el traslado de la fábrica a los Estados Unidos, mientras el altoparlante colocado en un vehículo emite poemas de Maiakovski cantados por Ernst Busch. Este detalle le hace decir a Farocki que la ruptura con el comunismo ha sido tal que los trabajadores ya “no saben que en esas canciones resuena la Revolución de Octubre”.
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Con todo el material reunido el director alemán armó una película que llamó, sin afán ninguno de originalidad, “Trabajadores saliendo de la fábrica”. Lo hizo en 1995, exactamente cien años después del film de los Lumière. Al concluir el suyo, a Farocki lo asaltó la idea de que el cine había trabajo durante todo ese tiempo sobre un único tema. Lo dice así:

“Como si un niño repitiera la primera palabra que aprende a decir durante cien años para inmortalizar la alegría de poder hablar”.
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Varias cosas de la película de los Lumière llaman la atención de Farocki. Las refiere en el último párrafo del texto que he venido anotando y que forma parte de su libro “Desconfiar de las imágenes” (que prologó, por cierto, Georges Didi-Huberman). Copio el párrafo completo, porque es estupendo: 

En 1895, inmediatamente después de recibir la señal de salida de la fábrica, los trabajadores y trabajadoras se arrojaron hacia afuera, y si bien algunos se chocan en el camino y hay una mujer joven que tira a otra de la falda justo un instante antes de separarse y alejarse cada una en direcciones distintas (la mujer sabe que su compañera no se animará a devolverle el tirón frente al ojo estricto de la cámara), el movimiento general es ininterrumpido. Quizás ello se deba a que el objetivo principal era representar el movimiento,  probablemente se estaba inaugurando allí un nuevo plano simbólico. Más tarde, después de haber aprendido que las imágenes cinematográficas capturan ideas y son capturadas por ellas, vemos que la determinación con que los obreros y las obreras realizan sus movimientos tiene un carácter simbólico, que el movimiento humano allí visible representa los movimientos ausentes e invisibles de los bienes, el capital y las ideas que circulan en la industria”. 

Ahora veamos la película y apreciemos lo que nos ha dicho Farocki, así como a la obrera  que realizó el primer chiste en la historia del cine.
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