Antonio Márquez Salas
Desde las cinco de la mañana leo algunos cuentos
de La
vasta brevedad. Me agrada que en el caso de Antonio Márquez Salas no
hayan elegido el relato previsible, que se repite en todas las antologías, sino
otro, igualmente bueno, que representa muy bien a este estupendo narrador
venezolano. Así, no incluyeron El hombre y su verde caballo
(tampoco Como dios, que a veces lo sustituye). Optaron por esa maravilla
que es Solo, en campo descubierto, ganador del concurso de cuentos de
El Nacional en 1964. Releyéndolo hoy recordé la emoción cuando tuve en mis
manos la edición del periódico, ese mismo año, y disfruté diciéndome en voz
alta, como si de poemas se tratara, largos párrafos de esa elegía magistral de
Márquez Salas.
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También con Manuel Trujillo (entre otros) los
responsables de esta selección hicieron algo parecido. De Trujillo hallamos
siempre en las antologías el magnífico relato Mira la puerta y dice.
Esta vez no. El elegido fue La muerte en el puesto o los errores de una
guerra de guerrillas, de Chao muerto. No conocía ese
formidable cuento. Por cierto, el siguiente es un relato de Argenis Rodríguez,
tomado de Entre las breñas. Me alegró verlo allí. Según López Ortega,
Pacheco y Gomes, el texto de Argenis se contrapone dialógicamente al de
Trujillo. La inclusión de ambos, uno tras otro, fue, sin duda, un acierto.
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Haber incluido a Alejandro Rossi es una de las
felicidades del libro. Podría echar de menos a dos o tres autores que, como
Rossi, además de la venezolana, tienen otra u otras nacionalidades (pienso en
Dávalos, Cuesta y Cuesta, Track), pero lo que no puedo es dejar de aplaudir su
inclusión. Frente a las antologías, salvo que se trate de omisiones muy obvias,
antepongo siempre mi respeto a los criterios y gustos del antólogo. Por cierto,
tanto el estudio introductorio como las notas de presentación de los relatos,
me parecen excelentes. Lo digo, no sólo por la precisión informativa acerca de
autores y obras. También –y sobre todo- por la agudeza de los comentarios y la claridad
de las razones esgrimidas para cada elección.
Pienso, en fin, que La vasta brevedad
(Alfaguara, 2010) es, sin duda, un notable aporte al conocimiento y difusión
del cuento venezolano, desde el año 1898 hasta el 2009.
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Vuelvo al primero de los narradores que cité,
sólo para recordar la ocasión en que un importante escritor argentino me
sorprendió con una entusiasta y favorable opinión acerca del cuentista
merideño. Se trata de César Aira. El hecho ocurrió en noviembre de 1995, al
finalizar la Bienal literaria “Picón Salas”, en Mérida. Conversábamos sobre
literatura venezolana, y Aira, de pronto, me preguntó por Márquez Salas. Le
dije que no sabía nada de la obra posterior a sus famosos cuentos, y que los
últimos textos que había leído de él, eran unos poemas publicados en el
suplemento cultural de Últimas Noticias. Me referí a El hombre y su verde caballo,
un terrible y prodigioso relato con párrafos devastadores. Añadí un
calificativo para Márquez Salas: "quiroguiano", aludiendo a sus
primeros cuentos. La respuesta tajante, y muy de Aira, fue inmediata: “Pero
mejor que Quiroga”. Feliz y agradecido, me despedí del argentino con un abrazo.
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Al final de Sólo, en campo descubierto, la más
entrañable de las voces, dice:
Y si es
verdad que has muerto, yo, ahora, no soy más que una madre, un rehén de
aquellos que han de morir el día en que seamos inútilmente sueños.
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