Saturday, December 08, 2012

Arno Schmidt











Arno Schmidt

Seis de la mañana y Arno Schmidt.

En el relato que ahora leo, Schmidt se burla a placer de los efectos colonizadores que en algunas personas produce la lectura. Ya me veo respondiéndole a Cuchi con los signos de exclamación que a cada rato usa el irónico escritor tudesco: “¡¡Estoy leyendo!!”. Pero no, no voy a gritar. Iré a la cocina por mi café, en silencio, pero eso sí, riéndome por dentro al recordar esta escena del cuento ¿Qué debo hacer? en la que el narrador, presa del pánico, ejerce el divertido absurdo de un oblicuo quijotismo:

Ayer, una persona joven, frente a mí –es estudiante en la Escuela Superior Técnica-, leía a un tal ´Tennessee Williams´ que yo desconozco (¡así, en mi juventud, se llamaban a lo sumo los criminales, ´Alaska Jim´ y ´Palisades Emil´), bueno, el muchacho levantó la cabeza y me miró con una intención tan desembozadamente asesina que, temblando, bajé una estación antes. Llegué tarde al negocio. Es posible que el joven me hubiera cortado en rodajas, despacio, de abajo arriba; o atado dentro de una bolsa para que un grupo de locos frenéticos me bailaran encima con zapatos de hierro”.

Pienso en la traductora argentina, Gabriela Adamo, y solicito para ella que el Instituto Goethe la condecore y premie por no haberse ahogado en los tempestuosos textos de Arno Schmidt. Por mi parte, le pido disculpas por haberme saltado unos paréntesis en el párrafo transcrito e incurrido en algún retoque arbitrario. Fue tan sólo una defensa, un modo de bajarme antes del metro o del tranvía, aunque éste se llamara deseo.


P.D: METEORO DE VERANO es el título de este libro de cuentos de Arno Schmidt, editado por La Bestia Equilátera, Buenos Aires, 2011.


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