En la tele, El Expreso de Shanghai (1932), de
Josef von Sternberg, con la espléndida Shanghai Lily (Marlene Dietrich), que un
año antes había sido nada menos que Lola-Lola. Sin duda, un regalo para el día.
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Ya Marlene Dietrich le ha dicho al jefe de los
rebeldes chinos que su viaje a Shanghai es sólo porque quiere comprarse un
sombrero. "Esto es algo serio”, agrega, con la sabiduría de una mujer que
ama.
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(Veo que el gordo Eugene Pallette es acá uno de
los pasajeros del “Expreso”. Hace de jugador y matricula de una vez como uno de
mis segundos de primera)
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Y ahora, la famosa fotografía del mito, fumando
en el tren, poco antes de llegar a Shanghai. Esa maravilla se la debemos a Lee
Garmes y, desde luego, al insigne director.
Dicen que Von Sternberg llegó a afirmar, como
Flaubert de su gran personaje: “Marlene soy yo”. Y lo fue.
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