Saturday, September 04, 2004

El diario es la novela

Son las cinco y cinco de la mañana. La marquesa salió hace cinco minutos. Y ahora que lo digo me percato de que estas anotaciones son en realidad una novela, una novela a la que vengo dándole largas, a la que vengo quitándole espacio y tiempo y escondiéndola con referencias banales a un personaje de ficción que lleva mi nombre y mi apellido y que se desenvuelve en escenarios semejantes a los míos. No sé por qué me había olvidado de aclarar el verdadero objetivo de estas líneas. Uno se entretiene algunas veces y divaga, divaga por veredas que nos sacan del camino real. Claro, no tanto como en este caso, que ya va para dos lustros y que es prueba de un enorme despiste que debería preocuparme. Debería, digo, porque aún no me preocupa. No estoy muy seguro de que la lucidez de este instante llegue a rescatarme de una distracción tan prolongada.

Ya pasó.

Vuelvo a lo de siempre.

Todavía está oscuro. Cuchi duerme. Me levantaré en este momento a hacer el café.

Ya hice el café. Mientras esperaba, leí tres páginas de “Lenguaje y silencio”, de George Steiner, las tres primeras páginas del ensayo “El milagro hueco”. Ese ensayo será uno de los materiales que trabajaré con Ele para el tema de la palabra dentro del grupo Alción.

Esta es la mañana nueva. Esta es de nuevo la mañana. Esta es la mañana, la palabra inicial, la reiteración de los afanes, la diosa ambarina que despunta.

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