Thursday, September 16, 2004

Me alojo en la noche

16-09-04:

Leo un libro sobre los grandes bohemios de París y me encuentro con esta joya:

“Dos hombres suben por la rue Didot, en París, en el distrito XIV. Apenas tienen veinte años. Son compañeros de clase. Caminan rápido por la acera, sin mediar palabras. / A su izquierda, el hospital Broussais exhibe sus flancos de muralla. Pasan el soportal, atraviesan una alameda que les conduce a un edificio y luego a otro, hasta llegar a una gran sala alargada donde se les ruega que esperen. El hombre a quien buscan, un antiguo presidiario reincidente, no se encuentra allí. / Se informan. Tienen que esperar. Por fin, una enfermera los conduce a una habitación bastante amplia en la que se hacinan seis camas de hierro a un lado y otro de una ventana que da al jardín./ El hombre que ellos han venido a ver ocupa la cama del medio, a la derecha de la ventana... Su identidad está escrita en una placa, encima de la almohada. Tiene el pelo gris, mirada de fauno, una frente amplia, la barba le brota cono la mala hierba. Lleva un gorro y una camisa basta con el nombre del hospital marcado (...).

Un año después, el hombre ya ha salido del hospital Broussais. Anda con dificultad, apoyándose en un bastón. En una calle de Montmartre, se cruza con uno de los jóvenes que le visitó y no lo reconoce. Este se detiene y se presenta. Hablan un instante. / `Invíteme a un trago`, le pide el antiguo presidiario. / (...) Entran a un café y piden.

-¿Dónde vive?- pregunta el estudiante.
El otro se encoge de hombros con tristeza.
-Yo no vivo en ningún sitio. Me alojo en la noche.

Así hablaba el poeta. No fue a finales de este siglo sino del anterior. El hombre sin domicilio es Paul Verlaine. Los que lo escuchan, Pierre Louÿs y André Gide. Hoy, Verlaine dormiría en el metro.

La miseria tiene los colmillos afilados.”
(Dan Franck, Bohemios, Ollero y Ramos, 1999).

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